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Frente al mar

Desde Perú, en el Día de la música Mario Abraham nos cuenta su rica historia y el largo camino que hizo con su guitarra y su voz en Roque Pérez, Buenos Aires y Lima.

Mario Abraham es Mario Leal, un músico roqueperense con nombre artístico, que se radicó en la capital peruana en los años 80. Allí afianzó su carrera y grabó su primer álbum de larga duración en 1990. Pero antes, con Dúo Gema tuvo su primera repercusión radial con la “Marcha política para mi” en 1982. Aquí nos cuenta sus historias el músico soñador que a fines de los años 60 era una de “Las Voces del Tuyú Cue” de Roque Pérez.

Abraham

Mario es bisnieto de Don José Abraham, Nieto de Salin Abraham y la pianista Hermosinda Urrunaga e hijo de Chacho Abraham, un cantante muy destacado conocido como Mario Landó y de Rosa Vázquez.

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“Vengo de una familia bien roqueperense, bien antigua -cuenta Mario Abraham-. Mi bisabuelo José Abraham vino de Siria, de la zona de Damasco, en 1890. Para sobrevivir compraba ropa en Buenos Aires y vendía en los campos de Roque Pérez, salía caminando a vender”

“Mi abuela Hermosinda Urrúnaga, nosotros le decíamos cariñosamente “Chinda” era una eximia pianista y profesora de piano -cuenta Mario-. Ella me enseñó los primeros pasos en la música. Mi viejo fue el mayor de los hermanos, Alberto Jesús, el famoso Chacho. Su nombre artístico era Mario Landó. Fue alguien muy avanzado para su época, muy culto, un cantante fuera de serie y padre excepcional. Nunca nos hizo faltar el plato de arroz con huevo en las épocas bravas y sobre todo, nunca nos hizo faltar cariño. Mi madre vive en Lanús, tiene 89 años, es una leona que crio nueve hijos”.

Mario Abraham junto a Mercedes Sosa

Así comenzó su vida Mario Abraham, en una familia de músicos. Oyendo tocar el piano a su abuela y las canciones románticas de su padre sintonizando el Show de Mario Landó en radio Excelsior o en sus presentaciones en radio Carve de Uruguay.  “Mi papá fue siempre de la familia, pero seguía su sueño de cantar. No sé cómo hacía, pero cantaba en Buenos Aires y luego venía y atendía su tienda bazar.

“Yo nací en el Acceso Gutiérrez, vivíamos en una casa cerca de lo Lucaroni y luego en Sarmiento y Mitre. Ahí me crie, conocí a mis amigos y le puse Cacerola a Tiseyra. Con los hermanos Tiseyra andábamos por los bailes de campo con el grupo Los Caribeños haciendo temas de Los Wawancó o La pollera colorada. Ese grupo los habían armado con los Olasagaste y después me integré yo”.

LOS INICIOS

“A mí me descubrieron en el colegio -cuenta Mario-. Yo tocaba la guitarra. Marta, esposa del Negro Lara, era mi maestra de tercer grado y me hizo cantar en un concurso en el club Unión. Creo que canté una canción de Leo Dan. Fue mi primera presentación en público y desde ahí no paré. Después seguí tocando en mi época de la secundaria. Una noche del año 1967 canté en un evento criollo, “El antigal” de Daniel Toro. Yo ya había dejado el colegio y recuerdo que el Dr. Rebón, era el profesor de historia, me escuchó y me vino a abrazar emocionado y me decía “pensar que yo te quería hacer agarrar los libros”.

Hacia fines de los años 60 Mario Abraham integró el grupo folclórico “Las voces del Tuyú Cué” que tuvieron una presentación en Radio Belgrano. “Era la época de la formación de las peñas y de los festivales de Olimpo -Recuerda Mario Abraham- El conjunto estaba integrado por los hermanos Roca, Martincho Irazusta, Mirto Gurrieri y yo. Después seguimos como trio con Alberto Álvarez, el Mono Roca que canta muy bien de bajo. El Mono es mi hermano del alma, con el fumé mi primer cigarrillo en la plaza”.

Mario ya había emigrado de su Roque Pérez, pero a fines de los 70 regresaba seguido y seguía tocando en bailes y boliches. “Formamos el conjunto “Galaxia” con mis hermanos Guillermo y Gabriel. Fue una banda anduvo muy bien -cuenta Mario-. Era la época de “Los Pumas” de Saladillo, que venían todos los sábados a El Ciervo, el boliche de Mario Oudin”.

BUENOS AIRES

Mario iba a probar suerte en la capital. Primero buscando trabajo, luego buscando su destino musical.

“En 1969 me fui a Buenos Aires a trabajar a la tienda Gath & Chávez. Enseguida cerró y a me pasaron a la tienda Harrods -cuenta Mario Abraham-. ¡De Roque Pérez a Harrods! ¡No entendía nada! Pero a los 17 años era jefe de sección. Todavía la calle Florida no era peatonal”.

Tiempo después Mario empezó a trabajar en radio Excelsior y radio Splendid que funcionaban en el mismo edificio de Arenales 1925. “Trabajaba en la oficina de gerencia artística. Estuve desde el 77 hasta el 82. Yo le andaba pidiendo autógrafos a los artistas populares. En la radio conocí a Julio Iglesias, a Soldán, me hice amigo de Alberto Mateyko, de Juan Carlos “Minguito” Altavista. Él me contaba que iba mucho a Roque Pérez a cazar por la estancia de Lanz. A la radio también venía Carlos Monzón todos los días porque su novia tenía peluquería al lado. Y muchos nos juntábamos en el mismo bar”.

La pasión de cantar y tocar la guitarra se empieza a poner más seria porque Mario comienza a tocar en bares y en la radio.

“Me incliné hacia el rock nacional, la música de mis ídolos como Charly y Spinetta. Fui a un programa de radio que se llamaba “Varieté” de Raúl Calviño -recuerda Mario-. Allí conocí a Gerardo Gandsas. Con él hicimos un cuartero llamado “Climagia” pero no duró. Tiempo después me invitaron a tocar a la inauguración del pub Voulé-bar en la calle Lacroze. Entonces lo invité a Gerardo y ensayamos cuatro temas. Empezamos haciendo románticos iltalianos, pero después incluimos temas nuestros”.

“Así surgió el “Duo GEMA” -explica Mario Abraham-. Se armó un poco de casualidad. En el Voulé-bar nos fue muy bien. Nos siguieron invitando más noches, todos los sábados. Después nos empezaron a llamar de Mar del Plata, del gran Buenos Aires. Tocamos en Roque Pérez en el club Sarmiento y se llenó.  Se acercaban las elecciones de 1983 y nosotros hacíamos el tema “Marcha política para mí”. Lo grabamos como demo y se pasaba en la radio. Íbamos a grabar nuestro primer disco en la Music Hall”.

La marcha decía en su estribillo “cuando sea presidente vas a ver qué bien, que se va a vivir”. Se escuchaba en las AM de Buenos Aires. Fueron invitados al programa de tv “La Noche de Andrés” de Percivale. La difusión prometía un camino promisorio.

“Y en ese momento a Gerardo le proponen irse a componer y tocar a España. ¡Y se fue! -cuenta todavía sorprendido Mario- Nos quedaron los proyectos musicales por hacer, ¡contratos por cumplir! Yo no lo podía creer. La RCA también se había interesado. Hasta el día de hoy no entiendo que le pasó… años después Gerardo me pidió disculpas y volvimos a tocar en Lima”.

Mario Abraham grabó como solista en 1982 con el nombre Mario Leal, un disco simple con los temas «El golpea sobre un bongó» y «Ven a mí, abrázame» y enseguida aceptó la oferta de ir a tocar a Perú por invitación de su amigo y productor musical Jorge Ferrand.

LIMA

“Me fui a Perú y arranqué solo -recuerda Mario-. Toqué mucho en el bar Satchmo que abrió Jorge Ferrand en Lima. Jorge es un productor muy importante, trajo a Elton John y a Paul McCartney a Perú. Y al bar venía Dizzy Gillespie, David Ballantine y otras figuras del jazz”.

“Tuve una temporada como solista en Lima que realmente me fue muy bien -cuenta Mario-, canté en todo Perú, en Chile. En Lima estrené los temas “Todo a Pulmón” y “No hace falta que lo digas” de Lerner. Hicimos un concierto “Primer paso” al aire libre, frente al mar y vinieron cinco mil personas. Me hice conocido como Mario Leal. Fuimos a una ciudad en el Amazonas y canté ante ocho mil personas en el estadio de Iquitos.

Mario Leal también participó en alguno de los escenarios del Festival SICLAS organizado por el gobierno de Alan García en 1986 donde tocó Silvio Rodríguez y Fito Páez entre otros.

Y en el Satchmo es donde Mario jugaba de local. Como era un bar muy tradicional por allí desfilaban muchos artistas de renombre. “Venían a tocar Alejandro Lerner, Julia Zenko, Estela Raval”. También los artistas que estaban de gira cómo Charly García, Víctor Heredia o León Gieco iban a escuchar música. Así, una noche estuvo Mercedes Sosa escuchando a Mario Leal en aquellos años 80 dorados del Satchmo en el barrio limeño de Miraflores.

Yo había conocido a Mercedes Sosa en el club Olimpo -recuerda Mario-. La reencontré en Lima, ella me vino a escuchar al bar Sachtmo y se acordaba todavía del Festival de Olimpo que eran increíbles por las figuras que trajo a Roque Pérez”.

En Satchmo, Mario pudo conocer también a Armando Manzanero porque Jorge Ferrand era su representante. “Después de su presentación nos quedamos comiendo y tocando a duo con Manzanero. Fue una noche muy linda…”

En Lima, Mario se reencontró con otro artista popular “Había conocido a Palito Ortega en las oficinas de radio Splendid. Yo le decía que iba a ser su cafetero. Lo veía seguido. Muchos años después, me presenté con una canción mía a un concurso en Lima y Palito era jurado. Así que volvimos a charlar y se acordaba de aquellos años en Splendid. La canción salió tercera en el concurso, pero realmente fue la más aplaudida. Se llama “Compañera mía total”, se la hice a mi mujer cuando cumplimos 25 años juntos”.

Hoy Mario lleva 37 años con su mujer Claudia y su familia la completan sus dos hijos, Daniela, que es médica cirujana y Agustín es Ingeniero Industrial.

Ellos lo han acompañado en sus distintas aventuras y ocupaciones extraordinarios que incluyeron actuar en quince novelas, incluyendo una en la que actuaba, Gianella Neyra, la actriz de “Girasoles para Lucia”.

Volviendo a los años 80 y la historia de Mario Leal, la época dorada del bar Satchmo pronto terminó. “Enseguida vino la época de la guerrilla y el toque de queda -recuerda Mario-. Se cortó todo entonces. Fue una época muy dura con muchos atentados de Sendero Luminoso y muertes”.

Igual Mario Leal pudo grabar un álbum con temas propios llamado “Un nuevo día” en 1990.

“También trabajé algunos años como relacionista público de una compañía de represas hidroeléctricas. Y empecé cultivar otra rama de la música que es hacer jingles para campañas publicitarias y campañas políticas -cuenta Mario-. Esa es mi actividad hoy. Hice muchos jingles para Bolivia y para Perú. Ahora estoy haciendo uno para la asociación de actores de Perú”.

“Yo no me quedo quieto -me confiesa Mario sobre su música de autor- ahora estoy preparando un nuevo disco. Ya tengo grabado un lado. Estoy charlando con la discográfica. Y también estoy preparando mi propio estudio en una casa que tengo cercana a la playa”.

¿Qué recuerdos tenés de Roque Pérez?

“En Roque Pérez tengo mi vida, mi infancia, mi adolescencia -dice Mario Abraham-. Para mí Roque Pérez es respirar hondo. Allí tuve mucha paz. Salía con la honda a cazar pajaritos con mis hermanos y primos. El día que me iba al servicio militar me hicieron una fiesta de despedida en el club Unión, había como cincuenta amigos. Yo me caí de espaldas”.

“En Roque Pérez tengo familia, mi prima Karina que es mi hermana número ocho, ella es espectacular -dice Mario que tiene siete hermanos repartidos entre Lobos, Gualeguachú, Lanús, Lima y Milán-. Y mi primo y amigo Mario era mi guía, con el andaba para todos lados”.

“Con mi primo íbamos a la barra del taquito -recuerda Leal-. Eran un conjunto de amigos que se reunían en el garage del Negro Albanesi a tomar mate. Eran muy unidos. Estaban los Albanesi, mi tío Paco. Yo era cachorrito. Un día estaba el Loco Alegre, un personaje, el Chacho Giralde y no sé a quién se le ocurrió inventar que el loco Meca ¡había ganado la lotería! Entonces lo subimos al “Loco” Meca arriba del camión jaula del flaco Regueira con un papel de lotería en la mano. Y nosotros lo paseábamos y gritábamos ¡Millonario! ¡Millonario!! Las mujeres salían afuera y nos convidaban pan dulce y sidra. Pasamos toda una tarde increíble. Eran nuestras diversiones, esas bromas, ese humor creativo, esas ocurrencias. Tenías eso y La Chingada y no había mucho más. Un día le pusieron ¡un sapo en la pava del mate al Yeti Maucione! A César Porta le hicieron el truco del balde ¡arriba de la puerta! ¡Eran terribles!”

“Siempre me acuerdo de Roque Pérez -dice Mario-. Quiero grabar una milonga que hizo Osvaldo Lahargou con mi papá: “A mi pueblo chico”, ¡no sabes que milonga! Es una poesía impresionante. Mi sueño es volver a tocar en Roque Pérez, desde siempre”.

Así finaliza esta charla con Mario Abraham, con historias de un Roque Pérez que solamente existe en la memoria de algunos y en el espacio mágico de las fotos o de los recuerdos de un lector atento en Roque Pérez o de un músico soñador en la costa peruana. Historias entrañables como la última que me cuenta Mario sobre una serenata de navidad. Salieron desde El Ciervo con la guitarra en dos autos, pero terminaron siendo veinte: Bolita Pijuán, su tío Mario, Carlitos Grande, Chinchulín, Bebe Rivolta, Mario Mondani y varios más. Pararon por la ventana de Lalo Del Barrio, luego del gerente de Banco Nación. Descorchaban sidra y se sumaban a la serenata. “La única zamba que sabíamos era la Felipe Varela -recuerda Mario-. Teníamos conjunto vocal, cuerpo de baile y uno que recitaba. ¡Todos con una borrachera que planeábamos!”

Así fueron de serenata de ventana en ventana. Cantando la zamba hasta el pico del río Salado.

Afirmado a la única guitarra cantaba Mario Abraham… o Mario Leal, el músico que recuerda su entrañable pueblo mientras mira el oscuro mar de Lima, donde construyó su carrera y su hogar.

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