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De un romance de alta mar, los bautizaron “Badde”

Cuando Frederick y Helen subieron al mismo barco empezaban un camino que los llevaría a fundar una gran familia en Roque Pérez. Su tercer hijo, Federico, fundó dos antiguas panaderías.

Frederick Kredirberg había nacido en 1845 en el Reino de Hannover (hoy Alemania). En 1866 en la guerra austro prusiana los hanoverianos apoyaron a Austria que fue derrotada. Así el reino de Hannover fue anexado por Prusia. Entonces Frederick tenía 21 años y no se conoce cómo vivió esos conflictos. Seis años después, un tío de Frederick que era dueño de un barco lo entusiasmó para trabajar en una oficina en Montevideo.

Helen Berry era hija de Charles James Berry y Margaret Reid y había nacido en Aberdeen, Escocia, en 1851. Era empleada en una granja y empleada doméstica. Su buena educación (probablemente de la iglesia presbiterana) le permitió acceder al puesto de institutriz.  Cuando sus padres murieron, por el sistema de herencia en Escocia no tenía “dote” y ya no podía aspirar a un buen casamiento. Eso la decidió a viajar como institutriz a la Argentina.

Cuando el año 1871 llegaba a su fin, Frederick y Helen subían al barco que los iba a reunir en una historia de encuentro y desencuentro pero que sería unos años después el comienzo de la familia Badde en un pueblo que todavía no existía: Roque Pérez.

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Un romance en alta mar

Helen Berry alias «Mamá Elena» y su hija Julia Kraideberg. Es la única foto que posee la familia de su bisabuela escocesa, casada con Frederick Kredirberg en Buenos Aires en 1873.

 

Atrás quedaban los prados de escocia y sus castillos, atrás quedaba la industriosa Hannover. Helen y Frederick se conocían y se enamoraban sobre el barco que ponía proa hacia el rio de La Plata.

María Ofelia Badde, bisnieta de Helen y Frederick recopiló esta vieja historia con ayuda de tías y primas y cuenta que su bisabuela escosesa era “una joven muy linda, rubia y de ojos azules”.

Aquel largo viaje en alta mar, cambiaría el destino de sus vidas. Seguramente se impuso el carácter de Helen porque Frederick no bajó en Montevideo y ambos siguieron hacia Bs. As. “Federico” tenía 28 años y “Helena” 22 años. Su primera hija Margaret Constantha Kredirberg nacía el 23 de diciembre de 1872.

El tres de agosto de 1873 contraen matrimonio en la Iglesia Escocesa “Saint Andrews Presbiterian Church” de Buenos Aires según el documento encontrado por otra bisnieta, Edith Cardo, hija de Blanca Badde.

¿Cómo continuó la historia de esta naciente familia en Argentina? “En los 90 para un trabajo escolar de mi hija nos ocupamos de seguir investigando datos familiares -cuenta María Ofelia-. Entonces Elvira Badde de Bruno (la hija mayor de Federico Badde, nuestro abuelo), contó que Frederick y Helen compraron un campito por la zona de Pilar y se dedicaron a la cría de ovejas”. Contrataron un maestro para los hijos, que les enseñó inglés y conocimientos básicos. La familia compartía las tareas del hogar y las faenas de campo.

“Allí nació la segunda hija, María y el hijo varón mayor, nuestro abuelo Federico -explica María Ofelia- que pude descubrir que fue bautizado en el Santuario de Luján”.

De Kredirberg a Badde

No existen fotos de Frederick Kraydeberg aunque se sabe que se dedicó a la cría de ovejas en Lobos.

Frederick y Helen tuvieron 12 hijos. Sólo su primera hija, bautizada en la Iglesia Escocesa de habla inglesa, fue inscripta con el apellido paterno Kredirberg. Probablemente por las dificultades del idioma los siguientes hijos fueron anotados como Kraydeberg, Badde y Bade. Otra hipótesis es que Frederick halla vivido en Baden Baden, otra que el apellido Badde haya sido el materno y de ahí provenga la confusión.

La familia se mudó en 1879 a la zona rural de Arévalo en el cuartel IV de Lobos. En la Iglesia Nuestra Señora del Carmen existen las actas de Bautismo de los nueve hijos menores. Miguel el menor de todos, nació en 1895.

Cada tanto, pasaban los turcos que recorrían los campos vendiendo sus mercancías. Frederick les daba alojamiento y comida, pero a la noche los hijos se divertían asustándolos, haciéndoles bromas y disfrazándose de fantasmas. Cuando llegaba el tiempo de la esquila, eran necesarias muchas manos, por lo que contrataban esquiladores y los albergaban hasta finalizar el trabajo. Al atardecer, los muchachos se reunían con los peones esquiladores, a tomar mate, comer asados y escuchar de indios y milicias.

Dicen que Elena Berry contaba que uno de los esquiladores de los pagos de Lobos era Juan Moreira. Era un hombre bueno, caballero y el mejor esquilador. Contaba que una vez la policía lo buscaba, y lo escondió debajo de la cama de su marido enfermo. Aunque esto es improbable porque Moreira había sido muerto en 1874, cinco años antes de la llegada de la familia a Lobos, igual describe una época de gauchos y matreros.

El misterio de Frederick

De vez en cuando, Frederick iba al puerto de Buenos Aires, y crecía su nostalgia por Hannover. Las cosas con su mujer no andaban bien, peleaban mucho. La vida del matrimonio era muy difícil, se llevaban mal porque los dos tenían carácter muy fuerte. “Mamá Elena”, como la llamaban los nietos, era chiquita, bajita, pero brava y su esposo era difícil y complicado, no hablaba casi el castellano, cada vez, más distante y taciturno, se alcoholizaba y había enfermado de “Charcot-Marie-Tooth”, una enfermedad hereditaria que progresivamente inhabilita los movimientos. Un día se fue, desapareció y no se supo más de él. Por más que sus hijos lo buscaron, no hallaron rastros. Supuestamente, se habría vuelto a Alemania, cansado y enfermo.  Según otra versión familiar habría muerto en ultramar. La familia Badde no tiene datos certeros ni del origen, ni del final del bisabuelo. Tampoco existe una foto de Frederick, aunque sus rasgos deben de estar en más de un rostro de su familia argentina.

La bisabuela escosesa

De estirpe de luchadores, “Elena” Berry de Kredirberg era una mujer fuerte. Vivió épocas muy difíciles cuando su esposo se fue. Quedó sola con sus hijos y con carácter firme y decidido continuó su vida rural. Tuvo que vérselas con malhechores, milicias, policía, vendedores ambulantes. Sabía usar armas, tenía su “genio” y un gran temple. Luego sus hijos crecieron, y uno a uno, fueron buscando su camino hacia diferentes rumbos. Entonces Helen, su hijo mayor Federico Badde y los hermanos menores emigraron a Saladillo y abrieron una panadería que perderían a causa de un incendio. Partieron otra vez y se radicaron en Roque Pérez donde tuvieron éxito con dos panaderías y una fábrica de escobas.

Contaban sus nietos que su abuela, “Mamá Elena” era muy linda y coqueta, tenía un “baule” con hermosos vestidos, chales, sombreros. Así la muestra la única foto que conserva la familia. Ella mezclaba el inglés y español y decía “¿Quieres queiso?”,” ¡Déjate de jodender!” y a un conocido de apellido Eassarret le decía “Soreti!”. En las comidas Helen y Federico hablaban en inglés Ella no tenía paciencia con los chicos, se enojaba, decía que iba a agarrar su gorro y se iba a ir a «Constitushen».  Al final de su vida, estaba muy quisquillosa, entonces Federico, le hizo construir una casa para ella. A la tardecita sus nietos la acompañaban a su casa, se encerraba y se armaba con su escopeta. No debería ser muy cordial, pues solía recibir a la gente, escopeta en mano. Falleció en Roque Pérez a los 80 años el tres de abril de 1931.

Matrimonio Federico Badde y Valentina Ucha

Federico Badde y Valentina Ucha de Badde
Primera panadería de Federico Badde en Roque Pérez, sobre actual calle Tarigo y casi Berro, Atrás se ve el Almacén Espelosín (actual Farmacia Lara) y apoyado en un poste a Federico. La panadería luego fue de Andrés y Rómulo Lucesoli y posteriormente de Riera y otros.
Segunda panadería «La Unión» de Federico Badde, en la esquina de calle Mitre y España (actual Begueríe). En la puerta Federico, Valentina y una de sus hijas. En el Ford T, uno de los primeros que hubo en Roque Pérez, dos de sus hijas y en el estribo, puede ser Titi o Dardo. El otro vehículo transportaba harina y hacía el reparto de pan en el campo.

De joven Federico Badde fue a trabajar a Bs. As y aprendió el oficio de panadero. También tomaba clases de guitarra en Bellas Artes y allí conoció a Francisco Cárpena (padre del actor Homero Cárpena y abuelo de la actriz Nora Cárpena). Se hicieron amigos y Cárpena lo venía a visitar a Roque Pérez. En una excursión al Tigre, Federico conoció a una joven gallega, Valentina Ucha, que cantaba sobre la lancha de paseo. Valentina había llegado de Ponteareas, Provincia de Pontevedra. Era modista y también amenizaba reuniones.

Federico y Valentina se casaron y tuvieron 11 hijos. En Buenos Aires nacieron las dos primeras hijas: Elvira y María Elena. Luego se instalaron en Saladillo, donde abrieron una panadería que se quemó. Se mudaron a Roque Pérez, instalaron una primera panadería en la esquina de Tarigo y Berro frente al Almacén Espelosín  y luego la segunda panadería “La Unión” en Mitre y Begueríe. Detrás de la panadería tenían también una fábrica de escobas. Vivieron donde hoy existe la librería Polimak y otros locales en calle Mitre. Eran propietarios de casi toda la manzana y del antiguo edificio de la Municipalidad, donde funcionó el Club Social, edificio que luego fue expropiado a Valentina Ucha de Badde.

Federico Actuó en política en el partido radical y en la vida social roqueperense.  Muy estricto con los hijos. Cuentan que, a la mañana, los ponía en fila y uno a uno, les daba una cucharada de aceite de oliva, considerado muy bueno para la salud. Tuvo uno de los tres primeros Ford T de Roque Pérez (ver foto de la panadería). Después tuvo un Maxwel 1919. Federico falleció muy joven a los 53 años, por infarto de corazón, el 12 de junio de 1928.

Otra vez, cómo había ocurrido a Helen, la mujer quedaba sola con sus hijos. La abuela Valentina tuvo que llevar adelante su familia y la panadería, con la ayuda de las hijas mayores. Le gustaba mucho pescar, hasta bastante mayor. Iba al río Salado en el sulky y el tordillo. Solía ir cantando y llevaba botellas de mate cocido frío con leche y tortas negras. Metía las botellas en el barro, debajo del puente viejo para que se mantuvieran frías y más tarde tomaba su merienda y convidaba a los chicos.

La gran familia 

Años 20. La gran familia de Federico y Valentina y sus once hijos. En el living-comedor de la casa de la calle Mitre. Sentados, en el centro: Federico Badde y Valentina Ucha. Paradas de izquierda a derecha: Norma «Chucha», Blanca Esther «Negra», Celina Hortensia «Inglesa» y María Elena. Sentados de izquierda a derecha: Dardo Elmo, Elvira Emma y Roberto Federico «Titi». Abajo: Guillermo Eduardo «Torta», Héctor Mario «Chichí», Mario Oscar «Bombón» y Raúl Alfredo «Toto».

Los once hijos de Federico Badde y Valentina Ucha fueron Elvira, María Elena, Blanca Esther “Negra”, Celina Hortensia ”Inglesa”, Federico “Titi”, Dardo, Norma “Chucha”, Raúl “Toto”, Guillermo “Torta”, Mario “Bombón”  y Héctor “Chichí”.

Era una familia alegre y divertida. “En las reuniones familiares los varones solían contar cuentos y anécdotas de personajes de Roque Pérez y no podíamos parar de reírnos” recuerdan los hijos y sobrinos de aquella tercera generación de los Badde.

Dicen que «Bombón», “Chichí” y “Titi” usaban la zorra de la estación para ir al baile de Paso San Juan y le cortaban la barriguera al caballo del sulky de un amigo para que en el paso a nivel se fuera al suelo!

Dardo y “Torta” en el Club Olimpo movían la mesa de billar y hacían taquear al aire a los jugadores desprevenidos. En el Club Olimpo, se encontraban a tomar un vermouth y se juntaba gente a escucharlos contar cuentos, poemas y muchas historias, recuerdan en la familia.

Los hermanos Badde eran muy amigos de los hermanos Irazusta y los Valcarlos. Salían juntos, iban a bailes, clubes, amigos de hacer chanzas y humoradas.

En los años 30, Dardo y Bombón eran buenos jugadores del Club Atlético y también corrían en los Ford T que le preparaban Dimas Porta y Bartolo Bellezza.

Dardo y Titi además eran muy buena pareja de pelota paleta. Iban a jugar a Lanús, Lomas de Zamora y en Saladillo, en el Club Huracán, tenían hinchada propia.

Blanca Esther, “Negra” Badde jugaba muy bien al tenis. En una ocasión, con una pareja le ganaron a una pareja de inglesas en el Lawn Tenis de Temperley.

Héctor Jorge “Chichí” cantaba tangos, muy bien. Y Norma “Chucha” tocaba muy bien el piano.

Los Badde han sido una familia integrada por muchos maestros: María Elena Badde, Norma “Chucha” Badde, Ofelia Ruiz Larrinaga de Badde, María Ester Bianchi de Badde, Matilde Irazusta de Badde, Dardo Oscar “Tati” Badde, Celina Esther Aussedat, María Ofelia Badde, Guillermina Esther Badde, Graciela Valentina Badde, Susana González de Badde, Susana Pascual de Cornali, Mirta Gatti y Adelina Sarraúa de Badde.

Horacio Fidel Cardo, hijo de Blanca Esther “Negra” Badde y Juan Fidel Cardo se destacó en Artes Plásticas como dibujante, pintor e ilustrador de Clarín y New York Times, obtuvo premios y reconocimiento internacional.


Tercera y cuarta Generación

Aquellos once hijos de Federico Badde y Valentina Ucha, formaron varias familias:  1) Elvira Ema Badde, casada con Rodolfo Bruno. Hijos: Rodolfo “Fito”, Gladys Eve y Rubén Alfredo “Golo”; 2) María Elena Badde (soltera); 3) Blanca Esther “Negra” Badde casada con Juan Fidel Cardo (de Temperley) Hijos: Edith Mabel y Horacio Fidel; 4) Celina Hortensia ”Inglesa” Badde casada con José Augusto Aussedat. Hija: Celina Esther “Willy”.  5) Federico Roberto “Titi” Badde casado con Matilde Esther “Minina” Irazusta. Hija: Guillermina Esther. 6) Dardo Elmo Badde casado con Ofelia Ruiz Larrinaga. Hijos: Dardo Oscar “Tati” y María Ofelia. 7) Norma “Chucha” Badde casada con Héctor Cornali. Hijo: Héctor Federico “Gordo”. 8) Raúl Afredo “Toto” Badde casado con Violeta Elisa Roland (de Lobos) Hijos: Raúl, Federico Alfredo “Freddy” y David Oscar “Cachito”. 9) Guillermo Eduardo “Torta” Badde, casado. (Monte Grande). Hijas mellizas fallecidas de pequeñas. 10) Mario Oscar “Bombón” Badde casado con María Ester Norma Bianchi. Mellizos: Mario y Oscar, María Esther y Graciela Valentina. 11) Héctor Jorge “Chichí” Badde (soltero).

Hoy, muchos descendientes y sus hijos (5ta.) y nietos (6ta. generación) son vecinos de Roque Pérez.


 

Recuerdos de infancia

Federico Badde

Atrás de la casa de Los Badde de calle Mitre había una Laguna, donde hoy existe la calle Sabatte y la plaza Martelli. Los nietos de Valentina atravesaban el patio del fondo y llegaban al monte de sauces y mimbres que bordeaban la laguna. Los juegos eran innumerables y la batea de la abuela se convertía en un bote. Cuando la laguna se secaba, hacían carreras de bicicletas, jugaban a los indios y hasta montaban un imaginario circo y cobraban entrada. Los carnavales de entonces eran inolvidables, todos, grandes y chicos jugaban con agua. Era muy lindo y pintoresco el corso de flores, cuando los carros y chatas de caballos se adornaban para desfilar y había bailes infantiles de disfraces en el Club Olimpo. María Elena, muy hábil con la costura y las labores se ocupaba de los disfraces para los niños de la familia que se llevaban todos los premios.

Esta historia me la compartió María Ofelia Badde quien investigó la historia familiar junto con Edith Cardo de Dodds (de Temperley) Graciela Margarita Bade (de La Plata) y Graciela Valentina Badde (de Roque Pérez). Muchas de las fotos familiares que reunió María Ofelia, habían sido conservadas por Héctor Cornali.

Así conocimos una parte de la historia de esta familia de descendientes de escoceses y alemanes, estos queridos amigos de ojos claros, los Kredirberg Berry. Nacieron de un romance de alta mar, poblaron nuestra provincia y en Roque Pérez se multiplicaron, generación tras generación. Como a sus abuelos, los bautizaron “Badde”.

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