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Bien criollo

En el día de la Tradición recordamos a un hombre de campo y de a caballo.

Llegado de los arreos,
gaucho tenaz, singular
desfila Don Pepe Aguiar,
caballo bien emprendado
y firme en su noble mano,
¡el pabellón nacional!

“Yo nací el 8 de marzo del 24 -me contó el recordado Juan José “Pepe” Aguiar hace unos años-. Dejé de ir a la escuela a los 13 años y empecé a trabajar en el campo. Tuve 15 oficios y 16 miserias. Juntaba maíz, trabajé en la cosecha, en el trigo, en el lino. Después con 17 años entré de mensual en la Estancia de Vignolo”.

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Estas charlas camperas con Juan José Aguiar sucedieron en 2007 para la nota “Aquella vida de campo”. Pepe contó que araba con seis caballos y aprendió a domar. También fue bolichero en Paso San Juan con su concuñado Atilio Ricetti y repartía 120 litros de leche en un carro charret. “Me levantaba a las tres y media de la mañana para ir a buscar la leche al tambo de Alfredo Renzella, al otro lado del puente -contaba Aguiar-. Había muchos tambos, había tambo en La Biznaga, también estaba la fábrica de quesos de Braga. Cuando pasaba el tren de las seis y media yo empezaba el reparto por lo Morandi”.

Después trabajó en las ferias. “Había cinco ferias al mes, -contaba Aguiar- dos ferias de Del Barrio, dos ferias de Echeverría y una de Ganaderos de Alvear. Una feria de Echeverría era en Begueríe y una de Del Barrio era en la Gloria. Ibamos galope y galope los 30 km. Y estuve 10 años de capataz de campo en La Biznaga. Tenía que recorrer todo el campo, había 4.500 vacas de vientre. No se sembraba nada entonces, era todo ganadería”.

LOS ARREOS

“El arreo más grande que iba hacer fue uno de La Biznaga, en los años 50 -recordaba “Pepe” Aguiar-. Iba a ser un arreo de un mes, a Trenque Lauquen con 1200 novillos, pero era verano y no había agua. Tuvimos que parar en La Bellaca, en 25 de Mayo. Otra vez hicimos un arreo de 400 vacas a Gral. Alvear. Nos agarró una tormenta terrible. Las vacas iban pariendo en el camino. Nos prestaron una chata para ir subiendo las crías. Era todo refusilo. Cuando ya habíamos llegado al campo de Alvear un rayo mató a un compañero y a su caballo. Dicen que el rayo busca al caballo blanco. Pero Panchito Yorio iba en un blanco y no le hizo nada. Llovía como la última vez. Eso fue en el 58”.

“Ibamos doce reseros y cien caballos -recordó “Pepe” Aguiar-. A la noche, si podíamos, dormíamos en un galpón y si no, afuera, sobre el recado. Una vez nos cayó una helada tan grande que el poncho quedaba parado. Nosotros nos hacíamos el poncho encerado. Se compraba una tela buena y se le ponía aceite de lino y goma que se hacía hervir. Quedaba bastante impermeable, como una capa. Y abajo usábamos un poncho provinciano. En los arreos yo andaba recontento. Llevábamos la pava chata, hecha con taza de auto y parrilla. Comíamos asado, comprábamos carne o una oveja en el campo”.

LA IMPORTANCIA DEL CABALLO

“Yo llegué a tener 10 caballos y la yegua madrina para trabajar -contaba Juan José Aguiar-. En una época se ganaba bien. Por ejemplo, era un trabajo muy buscado en época de crecientes, para traer hacienda al pueblo”.

“Cuando la consignataria Del Barrio cumplió 80 años le manejé la feria yo y metieron 2000 vacas -recordaba Pepe-. Esa fue la última feria en que trabajé. Empecé a andar a caballo a los cinco años y dejé cuando cumplí 83 años. Y un poco lo extraño, para mí el caballo es lo principal”.

SIMBOLO DE “LOS BAGUALES”

Juan José Aguiar fue también todo un símbolo del “Centro Tradicionalista Los Baguales” tanto en lo institucional por su compromiso y destreza y en lo deportivo por aquellas épocas doradas del pato cuando fue tricampeón del torneo de novicios de Pato en los años 1964 a 1966, junto a Quique Leguizamón, Emir Easerret, Albertito Barrere, Ramón Noceti y Aníbal Pocho Leguizamón. 

En Roque Pérez la práctica del deporte nacional había comenzado en 1959 promovido por Jorge Molinuevo y Aníbal Leguizamón (padre). Ricardo Pesce me contó, hace muchos años, algo muy lindo sobre aquellos inicios en el Centro Senda y Estrella, a la postre “Los Baguales”: “Mi padre estaba entre el grupo de gente que empieza a jugar al pato y…había que conseguir gente de a caballo, entonces se invitó a los reseros, a los que manejaban la tropa en la feria. Y se dio algo muy positivo. Porque no se hizo un deporte de elite, por fuera, sino que se inició la actividad con quienes había que iniciarla. Entonces participaban Goyo Rodríguez, Pepe Aguiar, Américo De Modena, creo que también Higinio Artola… y arrancaron jugando en el campo de Sierra” -recordó Ricardo Pesce-.

Miguel Natero también contó entonces en Los Baguales, que Aguiar era el capatáz de los desfiles desde hacía veinte años. ”Pepe es el encargado de ubicar los caballos, de poner los más mansos del lado del público, de agrupar a los que tienen emprendados, los que tienen juegos de soga. Además, es el capatáz dentro del campo de jineteada. Pepe Aguiar es todo un símbolo de Los Baguales desde los primeros días” dijo Natero justificando nuestra tapa de entonces y este recuerdo de hoy. 

Esa nota se llamó “Tiempo de Gauchos” y fue la ocasión para una de las más lindas portadas de nuestra revista. Las letras de “La Guía de Roque Pérez” fueron dibujadas sobre la foto de una lonja de cuero curtido. Y como fondo un cuero de vaca. 

La imagen principal es Don José Pepe Aguiar, sombrero negro y pañuelito rojo desfilando en su querido caballo. Un hombre bien de campo. Va Pepe Aguiar como dijo Atahualpa “…prendido a la magia de los caminos. El arriero va, el arriero va.”

 

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