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Biblioteca Popular: Un faro de cultura

Un grupo de vecinos fundó una pequeña biblioteca con ideas sociales y solo tablas por mesas. Creció sembrando lectores y fue auxilio de padres y de escuelas. Hoy la Biblioteca Esteban Echeverría cumple 75 años.

Hay historias que nacen desde abajo, son brotes sociales testigos de las necesidades. Son historias que encarnan hombres y mujeres con ideas y esperanza.

Esta es una historia de Roque Pérez. Y a la vez, historia de las bibliotecas populares. ¡Porque no había tantas, entonces! Hasta 1945 existían 51 bibliotecas en toda la provincia Buenos Aires. En el año 1946 asume el gobernador Mercante y sólo ese año se crean 75 bibliotecas. En 1951 ya eran 400.

Era un clima de época, una sed de lecturas. Entre todas aquellas se fundó la Biblioteca Popular Esteban Echeverría. Pero según cuentan, la de Roque Pérez al igual que la Albino Capponi de Lobos, se inscribe en otra tradición. La de las bibliotecas fundadas por los socialistas.

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Julio Secundino Gutiérrez, el principal impulsor de la biblioteca de Roque Pérez era simpatizante del partido de Alfredo Palacios, primer diputado socialista en Latinoamérica.  Según Palacios “Los hombres no tienen valor real en la política sino cuando producen o realizan ideas sociales” y que la patria estaba por sobre los partidos, sostenía en su obra “Esteban Echeverría, albacea del pensamiento de Mayo”.

Esteban Echeverría, autor del poema “La Cautiva” había sido el primer poeta romántico del Río de La Plata. Como uno de los más influyentes pensadores, desde el salón literario de Marcos Sastre y en su Dogma Socialista de 1837 reclamaba volver a los ideales de mayo. No alcanzaba con la independencia. Echeverría decía que era necesaria una revolución social y proponía una democracia basada en la igualdad de clases.

Echeverría vivió cuatro años en París, había estudiado en La Sorbona y no solo había regresado a la patria influido por Goethe y Víctor Hugo, también traía las nuevas ideas europeas. Muchas inspiradas en el principio de Saint Simon “a cada hombre según su capacidad, a cada hombre según sus obras”. También señalaba entonces la importancia de la industria y por sobre todo de la educación.

El poeta tuvo por amigo al escritor Juan María Gutiérrez. Ambos eran opositores a Rosas. Según Gutiérrez, Echeverría ponía una semilla de pensamiento europeo entre unitarios y federales, pero esa semilla no fue fecundada sino por el viento de la pampa. Echeverría murió a los 45 años en Montevideo en 1851. Veinte años después, Juan María Gutiérrez publicaba el relato inédito El Matadero y las obras completas de Esteban Echeverría.

Volviendo en el tiempo a “nuestro” Gutiérrez, Julio Secundino había nacido en Avellaneda y sus abuelos maternos Sanjulián le hicieron conocer la tranquilidad rural y pueblerina de los años 20 en Roque Pérez. En 1944 Julio Gutiérrez con apenas 37 años se retira de la carrera militar y se establece en nuestro pueblo. En adelante sería un maestro de distintas asignaturas muy recordado por su sabiduría y rigurosidad, pero sobre todo por su gran labor pedagógica al servicio de los jóvenes que tanto le apreciaban.

En junio de 1946 Julio Gutiérrez junto a otros vecinos de similar pensamiento unen sus libros en una biblioteca.

“La biblioteca se inició por iniciativa de un grupo de socialistas de Roque Pérez -asegura Mabel Lombardi- entre los que estaba Julio Gutiérrez, mi padre Juan Lombardi (tenía taller y agencia Studebaker), mi madre Amalia Lodinetti, el Ing. Agrónomo Kallus, Don Magni, Suarez (empleado del ferrocarril), Manuel Bustamante (empleado en el Almacén Espelosín) y Juan Braga que fabricaba quesos en la casa frente al último paso a nivel.

“Sí, fue así -asegura Mabel Lombardi, hija de Juan-. Me acuerdo que luego de la fundación de la biblioteca, como grupo socialista se reunían en mi casa y en casa de Gutiérrez. Y tengo la foto del asado que realizaron el día de la fundación de la biblioteca. Yo creo que esa historia un poco se ocultó”.

“Ellos eran seguidores de Alfredo Palacios, de Américo Ghioldi. Recuerdo que mi padre se visitaba con Capponi de Lobos que también era socialista. La casa del pueblo, así se llamaba la sede del partido socialista, estaba en calle Berro junto a la tienda Roma. Era una modesta casilla de madera. Recuerdo de chica ir a doblar las boletas para las elecciones” dice Mabel Lombardi.

En los meses siguientes, el grupo que había unido sus libros en aquella incipiente biblioteca decide constituirse como biblioteca popular y llaman a asamblea. Esta nueva fundación la concretan en octubre de 1947.

Julio Gutiérrez fue su socio fundador y también en adelante el Bibliotecario. Juan Carlos Elordi, era uno de los médicos del Hospital fue el primer presidente de la Comisión. Lo acompañaban Elsa L. de Suárez, Anselmo Mansilla, Beatriz Piñeyrua (esposa de Gutiérrez), Segundo Magni, Manuel Bustamante, María Esther Álvarez, Rosa S. de Kallus y Juan Braga.

Se comenzó con muy poco material, con libros usados, sin recursos, pero eran un grupo de entusiastas, felices de abrir al pueblo un espacio cultural. Funcionaba primero en la esquina de Alsina y Rivadavia (luego Almacén de Luna) y más tarde al lado de la panadería de Santiago. Unos simples tablones servían de mesa de estudio.

En octubre de 1955 Gutiérrez es elegido como comisionado municipal por el gobierno militar que había derrocado a Perón. Una de las obras que dejó su gestión fue justamente el nuevo edificio para la biblioteca popular. También hizo los primeros pavimentos a las calles céntricas y el acceso a Roque Pérez. Según escribió María Elena Bertola en su obra sobre Julio Gutiérrez, el comisionado recorría el pueblo a caballo para supervisar las tareas y al final de su gestión distribuyó un volante rindiendo cuentas de todos los gastos.

Julio Secundino Gutiérrez murió en 1983 orgulloso de la biblioteca y del colegio secundario que lo tuvo entre sus impulsores junto al Dr Elordi y secundando a Ana María Iriart. El maestro tuvo un hermano artista, José María Gutiérrez, actor de destacada carrera. José María actuó en La Patagonia rebelde (1974) entre otras películas y muchos trabajos en TV y en teatro.  Pero en Roque Pérez era más famoso el ferretero de la calle Yrigoyen y profesor Julio Gutiérrez.

Pasaron los años y la biblioteca siguió fomentando la lectura y siendo auxilio de los que no podían comprar los libros escolares. Cuantos de nosotros comenzamos nuestras lecturas con la revista Billiken pero enseguida, se abría un mundo nuevo en la biblioteca Popular, a la vuelta de la esquina.

No necesitábamos cruzar las heladas estepas como Miguel Strogoff, el correo del zar de Julio Verne. Bastaba pasar, antes del potrero y la merienda, por la biblioteca. Empujar la puerta vaivén para buscar más aventuras en papel y las primeras voces que oímos de poetas.

Hoy la biblioteca sigue fiel a su meta, brindar libros, promover lectores y lecturas.

Ojalá los tiempos electrónicos estén de nuestro lado. Ojalá en el futuro haya destino de bibliotecas como faros de cultura.

¡Libros, debate, reunión de gente, cine, arte, talleres y saberes! Cuántas ideas nobles caben entre tus paredes y tu vientre de anaqueles.

¡Biblioteca Popular! ¡Feliz Aniversario! 

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