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La familia bancaria

Hoy es el día del bancario. Los invitamos a conocer a algunos bancarios de hoy y de ayer.

Son los profesionales de los asientos contables, las cuentas corrientes, las carpetas y los créditos. Su actividad le da seguridad al movimiento de dinero, tiene un rol financiero y crediticio y ayuda a promover el desarrollo económico de nuestra ciudad y el crecimiento de las familias.

Son funciones muy importantes. Pero los bancarios de Roque Pérez dicen y destacan que, entre el mostrador y la caja fuerte, son como una gran familia.

Tengo una imagen casi fotográfica de los años 80. Si a las 14 horas, con sol abrasador, te cruzabas con un señor de impecable camisa y corbata, seguro era un bancario en busca de su almuerzo. Entonces, en mi barrio veía pasar a Cholo Mancinelli, Salvador Rotondo o Carlos Pette. Bancarios de la vieja escuela como dicen sus compañeros hoy.

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Hoy es el día del bancario porque un 6 de noviembre de 1924 se fundó su Asociación gremial que luchó entonces contra la jornada de 12 horas. Felicitaciones a todos los servidores de las sucursales de Banco Nación, Banco Provincia y Santander Rio en Roque Pérez. Los invito a conocer a algunos bancarios de hoy y de ayer.

Abriendo la cuenta

“Comencé en el Banco Provincia el 14 de abril de 1986 y me retiré el 1 de octubre de 2020. Más de 34 años trabajando, más de la mitad de mi vida -cuenta Rubén Francisco Moreno -. Yo comencé de auxiliar en Monte Grande, en el 89 pasé a Lobos y en el 91 vine a Roque Pérez y tuve de jefe a Raúl Scotti y luego a Pedro Calderón”.

“Entré con 22 años en el año 1994 – cuenta Rosalía Lucaroni, hoy ayudante de tesorero y la primera mujer cajera de la sucursal Banco Nación de Roque Pérez-. El mismo año entraron Karina Allegretti y Pedro López. Yo era maestra de primaria, pero siempre me gustó lo contable. Entonces di el examen y quedé seleccionada para Auxiliar. El examen incluía mecanografía, regla de tres, nociones de contabilidad. Karina se puso muy contenta porque somos compañeras desde jardín de infantes. Con los años, Karina llegó a contadora por la vacante de Carlitos Pette y yo, por la vacante de Tito Smith me animé a trabajar en la caja y la verdad es que me gusta mucho”.

“Ingresé al Banco Provincia el 17 de enero de 1977 en Lobos -cuenta Liliana Rocha -. Tomaba el tren de las siete de la mañana todos los días. Allí tuve unos compañeros de ley, muy buenos. Yo no sabía nada, tenía 25 años. Después quedé embaraza y ya me trasladaron a Roque Pérez.

Empecé en cuenta corriente y caja chica. Pero pronto me hicieron entrar como “cajero accidental” para reemplazos. Y se ve que era mi lugar porque de los 33 años de bancaria estuve como 30 años en la caja. La caja me encantaba. Mi primer jefe fue el Turco Dagüer, que era muy macanudo. También estaban Roberto Díaz y el mellizo Falvella”.

Gajes del oficio

“La caja tiene su responsabilidad porque manejás el dinero -explica Rosalía Lucaroni-. Trabajás contra reloj y podés tener la presión del público. Lo bueno es que cerraste la caja y ya te desconectas. La clave es concentrarte en tu tarea. En Roque Pérez, por ahí alguien está apurado y vos te asomas y le decís “esperame cinco minutos, que tengo un depósito grande, ya te atiendo” y la gente lo entiende. Yo tuve dos quejas en toda mi trayectoria por gente ansiosa, una me pidió disculpas. La gente te conoce, somos gente de pueblo”.

“En cuenta corriente -cuenta Rubén- un momento difícil es cuando el cliente no puede responder. Era difícil porque no podía ayudarle. Yo estaba en el medio, entre la institución y el cliente. Y es gente conocida con la que vos tenés relación. Esos problemas me ponían mal -cuenta Rubén-. Yo estuve muchos años en cuentas corrientes junto con Omar Godoy, Salvador Rotondo, Jorge Manganillo. Rotondo era un maestro. Luego él estuvo a cargo de la sucursal porque no había gerente. Todos ellos me enseñaron mucho porque en una sucursal chica tenés que conocer casi todos los puestos de trabajo”.

“Mi compañero siempre fue Carlitos Butaro, era el tesorero y fue mi jefe desde que entré al banco -recuerda Rosalía-. Yo aprendí mucho de Carlitos y de Carlos Pette, fueron mis pilares. Hoy hace 12 años que estoy en la caja. Butaro, Pette, Lacho García, Julio Smidt, nosotros decíamos que eran de la vieja escuela. Ellos nos enseñaron todo. Antes y hoy funcionamos como un equipo, todos nos ayudamos”.

“Yo, por suerte, me fui antes de la instalación de las mamparas – explica Liliana Rocha-. Para nosotros el contacto visual con los clientes, que estaban en la cola, era muy lindo. Era como asistir a una obra de teatro. Uno decía una cosa, otro le contestaba, los municipales se venían con la gorrita de Boca para gastarme. Para colmo estaba Chola Dortona, Juan Carlos Eberle y Hugo Ricardo Orellano. Con Hugo tenías el teleteatro armado, era terrible, le encantaban las bromas, interactuaba con el público. Era un sainete. A veces venía un cliente con alguna particularidad, un peinado raro. Y un compañero se tiraba atrás del mostrador para que no lo viera el cliente. Desde el suelo, te mostraba el revolver del tesorero y te decía “¡Matalo a este bicho! ¡Y yo tenía que atender sin tentarme de la risa! Hay anécdotas interminables. Como las bromas entre Calderón y Orellano. Y había momentos de cansancio que no dabas más, mirabas la cola y no terminaba nunca. Pero bueno, cuando se cerraba la puerta nos tomábamos unos mates y seguías dos horas más”.

Trances difíciles… Cuenta sin fondos

“En 2001 con el corralito, fue muy difícil, muchas horas de trabajo -recuerda Rubén Moreno-. Era un caos. La gente tenía muchos problemas económicos. Por suerte Roque Pérez es algo extraordinario, fuera de lo común. La gente es muy respetuosa. Yo escucho cosas de otras sucursales y no podés creer como puede reaccionar la gente”.

“A mí el corralito no me tocó -cuenta Rosalía-. Pero los empleados que vienen de afuera dicen que Roque Pérez es un paraíso -. Nosotros nunca tuvimos faltantes grandes. Pero si un día te equivocás, llamás al cliente y te lo reconoce, si diste de más, te trae el dinero. Nunca hubo problemas -dice Rosalía Lucaroni-. Hay mucha confianza”.

“El peor momento fue el corralito -dice Liliana Rocha sin dudar-. La gente venía a buscar “su plata”. Si tenían 50 mil pesos, nosotros sólo le podíamos dar mil pesos. ¡Sabés lo que era eso! No se podía dar más ni había billetes para dar. ¡Gracias que salió el Patacón! Era una “Letra” pero se usó como moneda y yo creo que eso salvó al banco, si no, se terminaba todo”.

Haciendo un balance

“El banco, la verdad, es una gran familia -destaca Rubén Moreno-. Adentro del banco somos todos uno. Yo tuve grandes compañeros como Salvador Rotondo, Jorge Manganillo, Rubén María Mc Cormack, Hugo Orellano, Hugo Mccormack, Omar Godoy, Marcelo Mc Cormick, Roberto Roca, Miguel Zampelungue, Juan Carlos Eberle, Liliana Rocha y Silvia Guidobono. Con Falvella y Tessi trabajé menos tiempo. Lo mejor de estos años han sido los compañeros, sin duda.

Y muchos clientes también. Tengo el mejor recuerdo. El trabajo es trabajo. Pero los compañeros me trataron siempre de maravilla” dijo Rubén Moreno recientemente jubilado y agradecido con su trabajo.

“Realmente yo la pasé muy bien en mi paso por el banco Provincia -dice Liliana Rocha-. Siempre tuve muy buenos compañeros. Al final de mi carrera no me quería ir. Yo era tesorera y tenía un equipo de primera, trabajábamos a cajón abierto. Te saco, me sacas… así trabajábamos. Con Dante Agustín, con Hugo Mccormack y Miguel Zampelunghe. Todos sacaban la cabeza para trabajar, eran excelentes”.

“Es muy lindo trabajar con la gente, y nos pasan cosas insólitas – cuenta Rosalía-. Los abuelos vienen de corazón, agradecidos, te traen una docena de huevos, un chorizo o un perfume. Lo más triste es ir perdiendo a los compañeros. Muchos ya no están. De la vieja escuela sólo nos queda el Negro Dalto. Yo empecé joven y se me mataban de risa. Un día Butaro me dijo que me tenía que aprender de memoria las 500 sucursales de Banco Nación para el día siguiente. Cuando yo me asusté, me dijo, ¡no, Gringa, te estoy cargando! Todos tenían distintas sabidurías. En la foto hay varios de la vieja escuela, y recuerdo a los que no están como Julio Smidt, Cholo y Pucho Mancinelli, Ernesto Colombo, Raúl Narváez y Jorge García. Todos fueron excelentes compañeros. El banco es un ambiente muy lindo de trabajo, con muy buenos compañeros de antes y de hoy.”

¡Saludamos a todos y todas en su día!
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